20 de mayo de 2009

CRISTIAN VUELVE A SU PRIMER AMOR



Cristian Castro regresa a sus orígenes.

Tras una breve y fallida incursión en la música ranchera, el cantante mexicano ha girado de vuelta a las baladas pop con su nuevo disco, El culpable soy yo.

“Volví al pop porque es mi línea, es lo único que realmente sé hacer bien”, confiesa Castro. “Con lo que me he forjado, porque mi padre musical es José José”.

El título del álbum, dice, alude a su sentimiento de que sólo se siente culpable de tratar de ser feliz siempre.

El artista, cuyo disco anterior, El Indomable, no tuvo el éxito de ventas de trabajos pasados, estuvo en Houston para promocionar el nuevo álbum la semana pasada.

De El Indomable, Castro explica que su paso por la música ranchera fue solamente una “tentativa” y un homenaje a la música de mariachi que lo acompañó en su vida. Punto.

Demasiados productores

Castro, hijo de la famosa artista mexicana Verónica Castro, atraviesa momentos personales difíciles por el turbulento proceso de divorcio emprendido por su ex mujer, Valeria Liberman.

Sin embargo, eso no parece haberle impedido atender la grabación de un disco complicado, con cuatro productores distintos implicados: el méxico-estadounidense A.B. Quintanilla, hermano de Selena, los mexicanos Armando Ávila e Ignacio Kiko Cibrian, y el italiano Christian Leuzzi.

La mano de cuatro productores que entienden la música de manera tan diferente, de la música electrónica a la balada de aire sinfónico, terminó por crear un trabajo sin personalidad definida.

El propio cantante lo reconoce. “Pienso que, finalmente, los temas se hilan bien al alternarse una canción rítmica y una balada aunque, eso sí, no lo vuelvo a hacer eso de trabajar con tantos productores”, concluye.

La falta de unidad estilística del álbum se nota en la mezcla de canciones como En este bar, Como dos tontos y No me digas, entre otras.

Durante la grabación, cuenta el artista, dividió su tiempo para grabar unos días con un productor y otros días con otro, en muchas oacasiones teniendo que viajar a distintas ciudades.

“Cuando llegaba (a grabar) ya teníamos mucha tensión y de ahí, hasta que nos destensábamos, pues llegaba el momento de grabar con el siguiente productor y quien, por el retraso, se ponía tenso también (...), sí fue incómodo”, reconoce Castro, mientras juguetea con su reloj.

Las más queridas

De todo el disco las dos canciones más significativas para él son Ten valor y Mi bien amada y yo, dice el artista. La última, en la que la protagonista es su abuela, es la mejor de todas, merced a un elegante arreglo de reggae-pop producido por Cibrian. En ambas, el cantante fue el letrista.

Con respecto a Ten valor, Castro cuenta enigmático: “Es una canción que es un mensaje secreto que siempre mando en todos mis discos a una mujer que se quedó en mi pasado”, aunque se niega a revelar el nombre.

Y con ese bagaje musical bajo el brazo, Cristian Castro se prepara para su próxima gira de conciertos que, según su manager, le traería a Houston entre octubre y noviembre.

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