5 de noviembre de 2009

“Me ilusiona mucho casarme por Iglesia”


Estuvo cuatro días en Buenos Aires y le adjudicaron varios romances. En una charla de café con GENTE, el cantante mexicano habla de todo. Dice que su ex, Valeria Liberman, está despechada y que, con sus declaraciones, insulta el amor que alguna vez hubo entre ellos. Jura que, durante su estadía, le llevaron mujeres a su habitación de hotel. “Sucede todo el tiempo”, insiste. Y dice que pronto estará listo para comenzar una nueva relación. Su madre, Verónica Castro, lo amenazó en público: “Si se casa otra vez, se lo corto”, dijo.
Ya dejó el tabaco. Ahora, para combatir la abstinencia, lleva siempre un cigarrillo eléctrico que produce humo artificial. Recién lo va a utilizar durante la producción fotográfica. Las tres fanáticas que lo siguen a todos lados se sientan en una mesa vecina, cerca de un guardaespaldas mexicano. Una de ellas está embarazada y dice que le faltan cuatro días para dar a luz. Cristian Castro (35) sonríe: “Esta vez yo no tuve nada que ver”, asegura. Y pide té suave, sin limón, con azúcar.
Después de tres años, está de regreso en la Argentina. Aunque su estadía será breve: apenas unos días para dar entrevistas, promocionar su concierto del 26 de noviembre en el estadio Luna Park y anunciar una maratón de shows por el interior del país. Todo a bordo de El Culpable World Tour, la gira internacional que ya lo hizo cantar en la Casa Blanca y que sirve como presentación de su disco Yo soy el culpable. Pero ahora se ofrece para la entrevista, que no es más que una charla de café en Los 36 Billares, un histórico bar de la ciudad de Buenos Aires.
–Los hombres solemos decir “el culpable soy yo” cuando estamos cansados de pelear...
–¡La entendiste mejor que nadie! Es eso. Con esto digo: “Ya, échame la culpa si quieres. Acepto lo bueno y lo malo. El culpable soy yo”. ¿De qué? De todo: de quererla, de enamorarme de alguien que no me quiere, de darlo todo por alguien.
–¿Te sucedió eso de enamorarte de alguien que no te quisiera?
–A todos nos pasa, ¿no? Pero he tenido suerte, siempre fui correspondido.
–Se supone que abrís los placares de tu casa y caen mujeres…
–(Ríe) Es lo que piensa todo el mundo. ¡Nada que ver! Creen que todas me gustan, que con todas soy feliz. Por lo general, las chicas que me gustan están tomadas, tienen novio. Como dice Stallone en Rocky cuando le preguntan “¿por qué nunca te casaste?” y él contesta: “Es que todas las mujeres interesantes ya están tomadas”. Es la maldición del cantante: viaja mucho, siempre se está yendo. Cambias de lugar y de gente todo el tiempo. Y, en un momento, pierdes noción de la realidad. Es el precio de la fama: vives historias cortas, es muy difícil vivir algo constante. Eso es lo que sufre un alma como la mía. Me voy perdiendo en viajes…
–De todas formas, entiendo que te llevás muy bien con la fama.
–La disfruto muchísimo. Nunca pierdo de vista que soy un mexicano que nació en la Colonia del Valle, en el Distrito Federal. Hace poco viajé a España y me esperaban doscientas chicas en la estación de Sevilla… Todo eso me conmueve mucho.
–¿Te gustaría ver más chicos entre el público?
–Claro. ¿Qué pasa? Los varones somos más difíciles de dejarnos convencer por otro varón. Nos cuesta darle el “sí” a un artista hombre. Creo que a medida que me ponga más grande, que tenga más edad, los hombres me van a ir abriendo las puertas.

–A veces el romanticismo nos cuesta, nos parece cursi.
–Creo que es una época difícil para el romanticismo. A la mujer también le está costando ser romántica. Hoy el trato es más informal: llegó el reggaeton… Dicen que todo se vive más cool, pero yo creo que se ha puesto menos intenso. Ojo, eso también está bueno. Pero a mí me gustaban más los tiempos de Raphael, Sandro, Roberto Carlos, Julio Iglesias… Momentos bien dulces. El varón perdió el romanticismo, la mujer lo está perdiendo. Pero son ciclos, pronto lo vamos a recuperar.

–Dice tu madre…




UNA VOZ EN EL TELEFONO. Suena el celular de Cristian Castro. “La nombraste y apareció”, dice. Atiende: “Hola, madre mía”. Abrimos un paréntesis en la entrevista. Para comprender la conversación entre Cristian y Verónica Castro, es fundamental contar qué sucede en televisión. Ahora mismo, mientras hablamos en Los 36 Billares, hay dos mujeres en pantalla hablando del cantante. En Intrusos, Gabriela Vitale (la polémica morocha que comió de la cuchara de Gerardo Sofovich) dice que estuvo en la habitación del cantante. En Los profesionales, una rubia que se presentó como “la prima de Alejandra Pradón” redobla la apuesta: jura que vivió una noche de lujuria con Cristian. “Es bien machotote”, define. Ahora, de regreso en la mesa del café, el autor de Azul habla con su madre. Y dispara algunas frases contundentes: “Estás viendo mucha televisión, mamá”; “Sucede todo el tiempo, madre: me traen mujeres a la habitación del hotel”; “¿Qué pretendes? ¿Que las desprecie? Si vine a la Argentina para conocer mujeres”; “Me inventan un nombre cada día: Silvana, Paulina, Lupita… ¿Qué importa? Si son todas muy bonitas”. Y finalmente concluye: “Okay, mamá, tendré más cuidado”. Cuando termina la comunicación, su agente de prensa sugiere: “No escribas nada de todo esto”. Pero Cristian Castro, que comprende mejor el negocio, la contradice: “Tú escribe lo que quieras”. Volvemos a la entrevista.

–¿Cómo está la relación con tu madre?
–Ustedes todavía piensan que tengo 10 años… ¡Están pendientes de cómo me llevo con mi mamá! Bueno, todos los hijos tienen un vaivén con sus madres, no siempre la relación está óptima. Mi mamá es mi admiración, merece mi agradecimiento, tengo devoción por ella.

–Dijeron que querías conocer a Silvina Luna y Luciana Salazar.
–Yo nunca dije eso. A mí me dijeron: “¿Te gustaría conocer a Silvina Luna?”. Y… ¿qué voy a decir? ¡Obvio! Con Luciana Salazar pasó lo mismo. Son bellísimas las dos.

–Pensé que luego de tu experiencia con nuestras mujeres veías una argentina y salías corriendo...
–Al contrario, ¡por ellas me quise divorciar! Mi mayor pasión es la mujer. Desde que me levanto pienso en la mujer. La llevo en la mente noche y día, en mis sueños, en mis canciones. Voy a ellas para seducirlas con mis canciones.

–¿Cómo seducís? ¿Tu fuerte es el chamuyo?
–No tengo buen discurso. Al contrario, soy muy sincero y pierdo muchísimas oportunidades por ello. No actúo, no soy ningún dandy. Soy auténtico, a veces extravagante. Ser extravagante también es bueno: no me da miedo que la gente piense que soy raro.

–Julio Iglesias dijo que estuvo con dos mil mujeres…
–(Interrumpe) Ya no me llega.

–¿Lo superaste?
–No, pero estoy con muchísimas ganas de romper el récord de Julio Iglesias. Estoy looking forward para (en pos de) establecer una nueva marca.

–¿Te han hecho creer que sos buen amante?
–Sí. Pero no tengo certeza. Quisiera ser yo la otra persona para recibir lo que doy.

–Estás entrando en terreno escabroso. A propósito, ¿qué es ese tatuaje en la espalda, debajo de la nuca?
–¿El fálico? Representa un momento de mi adolescencia, cuando iba con mis amigos de la secundaria a ver al grupo de rock progresivo Tool. Cuando salimos, nos tatuamos el símbolo que representa al grupo. Me hubiera encantado hacerlo de Soda Stéreo, o la cara de Charly García, igual Julio Iglesias... Pero los tatuajes se dan más en el rock.

–Tu estado civil ya es, oficialmente, “divorciado”.
–Sí, pero mejor pon “soltero”.

–¿No tenés novia?
–No, este 2009 me lo tomé con relax. Espero que el año próximo pueda alcanzar la estabilidad que me permita formar una pareja.

–¿Te volverías a casar?
–Claro. Nunca me he casado por Iglesia, y es algo que me ilusiona mucho. Pero voy a tomarme mi tiempo, ya no quiero precipitarme.

–¿Qué pasó en tus matrimonios anteriores? Casi no estuviste de novio…
–Se levanta una ola muy grande… Teníamos la visión ambos de que iba a funcionar. La pasión era muy grande. Después se desvaneció todo. El casamiento nos apretó un poco. Pasó lo mismo en ambos matrimonios.

–¿Aún creés en la fidelidad, en la monogamia?
–Claro, se logra perfectamente cuando hay una alegría bonita. Pero creo que como novio ando mucho mejor…

–Tu mamá advirtió: “Si se vuelve a casar, se lo corto”. Y los dos sabemos a qué se refirió.
–A ella no le gusta la idea. Bueno, las mamás siempre les temen a las nueras. Ella tiene miedo de que yo caiga en malas manos. Así son las madres, y yo la respeto al máximo.

–¿Es cierto que tu madre le dedicó el tema “Las tontas” a tu ex esposa, Valeria Liberman? Su letra dice: “¿Qué sientes hoy al verlo feliz?/ Saber que lejos de ti puede vivir, ¡qué pena!/ ¡Cómo te duele verlo sonreír!/ Saber que hay vida después de ti, ¡qué pena!”.
–(Ríe) No, esa suposición viene de ustedes. Si bien la otra parte ha dicho muchas cosas negativas, jamás las escucharán de mi boca. Mi intimidad es muy importante. Y mis romances los llevo muy bonitos en mi corazón.

–Se han dicho cosas muy feas de tu matrimonio con Valeria y nunca los saliste a desmentir.
–Totalmente feas... de parte de ella. Es un despecho que le respeto, pero creo que se insulta a sí misma y a su matrimonio, al amor que hubo ahí. Yo no me siento insultado, ni me afectó con mi público. Ella habló de las intimidades que pasaron entre cuatro paredes, a las dos de la mañana, entre un matrimonio. Eso es lo que a la larga le dolerá mucho. Yo estoy bien tranquilo, sé lo que pasó. Las batallas las peleamos ahí y yo morí en la raya. No se lo voy a contar al juez ni a nadie. Hacer eso no tiene honor.

–¿Ves a tus hijos?
–Claro, cada vez que estoy en Miami. Hay una relación de armonía para que los niños estén bien. Aquí hay cariño por los chicos y respeto por un matrimonio que acabó

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